#ElPerúQueQueremos

MEMORIA DEL MEDICAMENTO: COVID-19

O, como evitar pagar el alto precio de dejar atrás milenios de sabiduría popular.

                                                                                                                                      Que tu alimento sea tu medicamento y tu medicamento sea tu alimento

                                                                                                                  Hipócrates

Publicado: 2020-04-28


La idea central de este artículo es recordarnos que existen recetas tradicionales que pueden convertirse en poderosas herramientas contra el COVID-19 y otras enfermedades, dada su probada eficacia. En el caso del coronavirus, es posible amainar la velocidad de reproducción de la carga viral y ralentizar o frenar su avance de la garganta hacia los pulmones aplicando métodos antiguos y simples para combatirlo. Si se somete el virus a un ataque incesante desde diferentes ángulos e intervenciones tanto locales como sistémicas se logran resultados que, además de eficaces, son muy baratos. 

MEDICINA Y MEDICINAS 

La medicina basada en evidencias ha logrado grandes éxitos en sus poco más de 100 años de existencia, sobre todo en el tratamiento de enfermedades agudas -no tanto con las crónicas. Sin embargo, la actual crisis nos debería recordar que, desde que se puso de pie, el homo sapiens descubrió soluciones para sus males en la naturaleza circundante y la convirtió en cultura de salud. Durante el último siglo y medio la medicina occidental ha limitado su enfoque al dar por obsoletos los fantásticos descubrimientos de milenios en todas las "pequeñas culturas" del planeta a lo largo de la historia. En este momento, con todos los sistemas de salud colapsados y las políticas de salud bajo la lupa, estamos obligados a recuperar ese conocimiento tradicional y ponerlo en práctica con urgencia.

La medicina tradicional, según la OMS: "(...) es una parte importante y con frecuencia subestimada de los servicios de salud. En algunos países, la medicina tradicional o medicina no convencional suele denominarse medicina complementaria. Históricamente, la medicina tradicional se ha utilizado para mantener la salud, y prevenir y tratar enfermedades, en particular enfermedades crónicas”.

Las medicinas populares, por su parte, son la tradición oral de las medicinas tradicionales, su versión familiar. Son una red social preindustrial que ha venido transmitiendo recetas y soluciones sencillas y eficaces de generación en generación. Son las recetas de la abuela, los remedios de la madre naturaleza.

Alguna vez mi abuela Aurelia sacó una esquirla de acero del ojo de mi primo Eddy, que trabajaba como soldador en una hacienda de la costa norte del Perú. La esquirla era grande y gruesa, y había entrado muy profundo. Como es lógico, el ojo estaba hinchado, adolorido y sangrante, y mi primo volaba en fiebre. Con la serenidad de siempre, mi abuela buscó por los rincones del jardín una breve plantuela que llamaba ‘cerraja’, la pasó por un mortero y luego aplicó el líquido en esas copas lavaojos que se inventaron en el siglo XVI y que aún se pueden encontrar en e-bay. El ojo botó la esquirla al rato y mi primo no necesitó nada más para recuperarse muy pronto, salvo un parche y descansar. De esas soluciones, mi abuela tenía cientos. 

Las recetas populares siempre han mantenido a raya enfermedades agudas y crónicas, comunes y raras, estacionales, y hasta de emergencia, como la de mi primo, y muchos de los medicamentos modernos tienen en esas recetas su origen e inspiración. Es obvio que no solucionan todo tipo de males, pero eso no les quita sus virtudes. Su eficiencia y eficacia están comprobadas por siglos de experiencia.  

EL COVID-19

Desde antes de la cuarentena, mi amigo César Núñez, prominente médico, investigador e inmunólogo, impulsor de una eficaz terapia contra el cáncer, me explicaba cómo funciona el contagio y el desenvolvimiento del COVID-19 en nuestro cuerpo y los procesos que lo agravan o controlan. Algunos detalles me impactaron:

    1) El virus penetra en el organismo en distintas cantidades según la forma de contagio: una cosa es que te toques la nariz después de exponerte a una superficie de metal infectada (pocos virus) y otra si te estornudan en la cara sin mascarilla (demasiados). Por eso la importancia de las mascarillas, sobre todo útiles para no contagiar.

    2) Se inicia el rapidísimo proceso de autoclonación que ejecuta el virus en tus membranas e inunda la mucosa nasal y/o bucal. Pasan días sin que notes su existencia. Es interesante notar que esa duplicación permanente del virus es 1,000 veces más rápida que la de otras versiones similares del coronavirus o del virus de la influenza, por ejemplo.

    3) Tu sistema inmune empieza a producir fiebre.

   4) Pasa a la garganta y las vías respiratorias superiores, con la clásica producción de tos, ardor de garganta, dolor de cabeza, y en algunos casos vómitos y diarreas.

   5) El virus llega entonces a los pulmones y, si no recibes tratamiento alguno, produce una forma de fibrosis pulmonar que lentamente rigidiza la elasticidad natural de los pulmones e impide la respiración.

Dependiendo de tus condiciones específicas -enfermedades preexistentes, acidez crónica de tu sistema general, edad avanzada o todas las anteriores- en el momento en que el virus cope tus pulmones necesitarás un respirador.

La velocidad y gravedad de llegada a los pulmones del COVID-19 está relacionada con a) el tipo de contagio mencionado más arriba, b) la capacidad de respuesta de tu sistema inmune y c) con las medidas que tomes o no tomes al respecto, tanto antes como después de contagiado. Estas últimas no son mencionadas en ningún comunicado oficial que yo haya conocido. 

El gran problema del coronavirus no es su tasa de mortalidad o la de contagio, sino su velocidad de autorreproducción en nuestro cuerpo, mil veces mayor que la de una gripe común. Esa es la que tiene atorados los sistemas de salud de todo el planeta.

La conclusión es que es crucial enfrentar el virus y no darle tregua para que llegue a los pulmones menguado y en cantidades tales que el sistema inmune lo pueda manejar. Sin embargo, nadie parece tener una solución "científicamente válida" a la fecha. 

LOS REMEDIOS DE LA MADRE NATURALEZA

Es entonces cuando aparecen las medicinas populares y tradicionales, con sus siglos de experiencia: cualquier cosa que hagas para reducir la masa crítica de virus antes de su llegada a los pulmones te puede salvar la vida.

Conversando con otro amigo médico, José Luis Pérez Albela, recogí una de sus recetas para detener el coronavirus. Su simplicidad es brutal: cortas tres limones, dos cebollas, cuatro dientes de ajo y un pedazo de kion y lo hierves todo en 1.5 litros de agua durante 15 minutos. Cuelas y tomas cuatro tazas diarias. Voilà. Parece una sopa, pero esta receta la hemos aplicado en 14 personas con resultados altamente positivos. 

Como esa receta hay otras, que usadas todas a la vez reducen drásticamente la carga viral: las gárgaras de tara, uña de gato y sal; las inhalaciones de hierbas broncodilatadoras como el eucalipto, la muña, el asmachilca o la mullaca, y las bebidas calientes de esas mismas hierbas y otras, sumamente efectivas, producto de nuestra biodiversidad y nuestros 5 mil años de uso de plantas en el mundo andino. Es imperativo que dichas soluciones, nacidas de las fuentes de la sabiduría tradicional y popular, se comuniquen y se usen lo antes posible. Esperar que te venga a recoger una ambulancia del Minsa haciendo el muertito es casi premonitorio.

Por otro lado, las investigaciones científicas alrededor de las medicinas populares abundan, el problema es que no se toman en cuenta o no se conocen, o no se difunden. Aquí algunas que sustentan lo dicho:

El ajo contiene al menos 33 compuestos de azufre, varias enzimas y minerales germanio, calcio, cobre, hierro, potasio, magnesio, selenio y zinc; vitaminas A, B1 y C, fibra y agua. También contiene 17 aminoácidos: lisina, histidina, arginina, ácido aspártico treonina, porcina, glutamina, prolina, glicina, alanina, cisteína, valina, metionina, isoleucina, leucina, triptófano y fenilalanina (Josling, 2005). Tiene una mayor concentración de compuestos de azufre que cualesquiera otras especies de Allium que son responsables tanto de olor penetrante del ajo y muchos de sus efectos medicinales”.  

Los compuestos de cebolla tienen una gama de beneficios para la salud como anticancerígeno, antiplaquetario, antitrombótico, antiasmático, antidiabético, fibrinolítico, antihelmíntico, antiinflamatorio, antiséptico, antiespasmódico, carminativo, diurético, expectorante, febrífugo, hipoglucemiante, propiedades hipotensas, litontrípicas e hipocolesterolémicas y otras diversas acciones biológicas, incluidos los efectos antibióticos”. 

Y así por el estilo para el asmachilca. "Las naftoquinonas dotan a esta planta de una notable acción antiespasmódica y antibacteriana, que hace de ella un remedio natural excelente para destensar los músculos de las vías respiratorias, mostrándose muy eficaz para calmar tanto la tos persistente y convulsiva, como la tos seca e irritativa, en bronquitis crónicas, tos ferina, episodios de asma, faringitis, laringitis y procesos gripales. Descongestiona los conductos respiratorios, alivia la disnea y facilita una respiración más tranquila y normalizada". 

Para el eucalipto. "Eucalyptus globulus, una planta ampliamente observada, tiene una latencia tremenda en términos de usos medicinales. Continentalmente contiene diferentes componentes químicos. Esta revisión comprende aspectos farmacológicos de Eucalyptus globulus para asegurar sus fortalezas diversificadas en diversas terapias para humanos y animales. El eucalipto globulus es una rica fuente de componentes fitoquímicos que contienen flavonoides, alcaloides, taninos y propanoides, presentes en la hoja, el tallo y la raíz de la planta. Numerosos estudios han demostrado que Eucalyptus globulus exhibe diversas propiedades como antiinflamatorio, anticancerígeno, antibacteriano, antiséptico y astringente". 

Para el kion o jengibre, para el té verde, la uña de gato, el limón, etc.

A finales de la década de los ochenta, el doctor Fernando Cabieses era Ministro de Salud -uno de los mejores que yo recuerde- y creó el Instituto Nacional de Medicinas Tradicionales (INMETRA ), en el que  algunos jóvenes profesionales de la época tuvimos el honor de aportar nuestra pasión y entusiasmo en la recuperación de las medicinas arcaicas del Perú. Hace 20 años, como continuación de esa idea original, se formó el Programa Nacional de Medicina Complementaria en EsSalud. En el 2015 dicho programa ganó un premio del concurso de Creatividad Empresarial de ese año y  EsSalud descubrió que era su mejor programa en términos de costo-beneficio. Empezaron a crecer de la mano de su gerente y directora de esos años, la doctora Martha Villar, y amenazaban sustituir buena parte del presupuesto de medicamentos farmacéuticos por plantas medicinales. Aun existe.

La razón de ser de este artículo es, nuevamente, recordarnos que las recetas y productos tradicionales y populares que tenemos a la mano, y que han sido validados por el tiempo y la ciencia, nos pueden proteger contra el coronavirus y contra muchos otros males. Su eficacia ha sobrevivido milenios.  


(Foto: Selecciones)


Escrito por

Alfredo Menacho Sánchez

Antropólogo, investigador de medicina tradicional, gerente general de Wawasana.


Publicado en