EL MIEDO A LA LIBERTAD
La hoja de coca en el Perú: de monopolio estatal a libre mercado
A pesar de que la planta de cannabis se mantiene en la lista IV de sustancias estupefacientes de la OMS, grandes marcas globales como Marlboro, Budweiser y Coors, no han dudado en montarse a este colosal negocio que ya bordea los US$160,000 millones y amenaza con llegar a los US$300,000 millones pronto. Mientras tanto, en el Perú seguimos mirando a nuestra hoja de coca como fuente de problemas y dejándola mayoritariamente en manos de otro millonario negocio: el narcotráfico. Pero parece que estamos, lentamente, avanzando.
Hace unas semanas me llamó Genaro Cahuana, desde el Valle de la Convención (Cusco). Genaro es un mítico dirigente campesino con cincuenta años de lucha gremial en ámbitos laborales, sociales, políticos y económicos. Una de sus banderas de lucha es la hoja de coca, la cual cultiva legal, respetuosa y orgánicamente. "Ha venido nuestro primer ministro, Vicente Zevallos, nos hemos reunido y están considerando eliminar por fin el monopolio de Enaco y hacer ese ente supervisor que tanto hablamos... esta vez parece que van en serio".
Un poco de historia
En el 2015 se realizó en Lima el VI Foro Internacional de la Hoja de Coca. Ahí sugerimos que la Empresa Nacional de la Coca (Enaco) debería convertirse en un ente supervisor y renunciar a mantenerla como una Empresa estatal monopólica.
La Convención Única de 1961 sobre estupefacientes, bajo cuyo compromiso legal se incluyó al Perú, permite dos tipos de control de la hoja de coca en los territorios en los que no se pudo erradicar o prohibir por razones de uso ancestral:
1) un ente supervisor y 2) un monopolio estatal.
"Lo que proponemos es reestructurar el rol de Enaco, la monopólica Empresa Nacional de la Coca, y convertirla en un ente supervisor, papel que se contempla en la Convención de Viena de 1961. Ese cambio eliminaría las fallas económicas que produce la ineficiencia en la compra y la comercialización de coca en el Perú y abriría el paso a iniciativas privadas (...)”
Poco después de esa publicación del 2015, Rafael Cánovas, gerente general de Enaco, me llamó para evaluar un aterrizaje de la propuesta e inició un proceso de coordinación interna en el aparato del Estado que llevaría, años después, a la visita del premier Zevallos a La Convención y la búsqueda de una salida a la crisis de Enaco.
En el interín, y a pesar de los denodados esfuerzos de la actual gerencia de Enaco para estabilizar la empresa y mantenerla a flote, los hechos detrás de su inminente descalabro son mucho más contundentes:
1) el creciente deterioro de su capacidad logística y de compra, en gran medida causada por la fuga de sus proveedores a los mejores precios del contrabando interno y la acelerada desaparición de los mayoristas que solían intermediar sus operaciones hacia el retail.
2) la mayor eficiencia, calidad de materia prima y eficacia de los comerciantes informales, que no dependen de decisiones burocráticas para conseguir mejor hoja y llevarla rápidamente al mercado de minoristas, librándose así de los largos períodos de almacenamiento, selección, procesamiento, etc. y el consecuente deterioro de la materia prima en manos de Enaco.
3) La informalidad se permite distribuir por lo menos el 18% del IGV que no paga al fisco entre los diversos eslabones de la cadena comercial, incluida la microcorrupción, mientras que Enaco, que sí incluye el IGV en su precio de venta, tiene además otros muchos costos operativos, lo cual le quita competitividad.
4) Enaco ya tiene varios procesos por monopolio en Indecopi.
5) Enaco mantiene casi un centenar de procesos legales contenciosos en el Ministerio de Trabajo. Solo esto, podría quebrarla.
Por otro lado, la rigidez de la política de precios del Estado, hace imposible una competencia sana y un crecimiento del mercado legal de consumidores. Aun así, dicho mercado sigue creciendo a un ritmo de cerca de 3% anual.
El "contrabando interno", es decir, los comerciantes informales, cubren el 83% de las 11,000 TM de hoja de coca que se demandan a nivel nacional. Enaco solo atiende el 17% del mercado. Esos productores y comerciantes informales, que no trabajan para la cocaína, son percibidos y tratados para todo efecto como delincuentes, cuando más bien le solucionan un enorme problema al Estado pues abastecen a millones de personas que consumen hoja de coca para soportar el duro trabajo agrícola o mejorar su salud, males de altura, etc.
Más vale tarde, que nunca
Abrir la hoja de coca a un mercado libre podría impulsar la creación de cooperativas o asociaciones de productores y extendería y diversificaría su oferta, fortaleciendo la legalidad de sus actores y el mercado formal.
Adicionalmente, miles de campesinos no empadronados que venden su coca al narcotráfico tendrán la opción de colocarla en un mercado legal. Al abrirse ese mercado, los operadores comerciales tendrán un trabajo legal y podrán tributar al Estado, reduciendo así la informalidad. Asimismo, mejorará la calidad de la coca para consumo humano, permitiendo una industrialización y un consumo más seguros. El precio se ajustará a oferta y demanda y no a la presión de los campesinos cocaleros hacia papá Estado o a los altos costos de la ineficiencia estatal. Asimismo, el gasto en control, represión, requisa y negociación (que no controla ni el 3% del contrabando interno) se podría derivar a un sistema de auto supervisión digital con visitas inopinadas como las que realiza Sunat. La Policía podrá ejercer su propio control para evitar derivaciones dolosas de la libertad de mercado, pero eso lo viene haciendo ya, por lo que no debería representar un gasto mayor, sino un ajuste de funciones.
Pero la libertad de producir y mercadear la hoja de coca sin interferencia estatal no es sino un comienzo. Por diversos medios nos han querido convencer que la hoja de coca -la hoja sagrada de los Incas-, con sus ocho mil años de consumo en las Américas, es una droga maligna. A algunos le ha convenido que así sea.
El mercado de la hoja de coca, como el de cannabis, tiene que ser legal y va a ser -si queremos- enorme. En el año 2015 la Gerencia de Estudios Económicos de Adex hizo una prospección que sugería que el mercado mundial de la hoja de coca legal podría ser casi el 20% del PBI.
“Hace un par de años hicimos con la Gerencia de Estudios Económicos de Adex, un estudio aproximativo al mercado que podría generar la hoja de coca legal en el mundo, tomando en cuenta unas cuantas categorías: sustitutos del calcio, bebidas y alimentos energéticos, fitness y control del apetito y alimentos de soporte a prediabéticos. Del total de esos mercados mundiales se le otorgó a la coca y derivados solo el 5% de participación, la misma que arrojó US$40,000 millones al año. No se consideró otros mercados interesantísimos, como abonos orgánicos –Colombia ya empezó con esto–, pesticidas, alimentos para animales -ya hay una experiencia peruana-, promotores de la actividad sexual, sustitutos naturales para la cocaína –un mercado de casi mil millones de personas–, entre otros.”
Si bien estas cifras deben validarse, creo que nos quedamos cortos.
La hoja de coca es una materia prima de alto valor social, un recurso natural cuyo potencial ha venido siendo ignorado, 1) por prejuicio social y cultural hacia lo andino, como antes pasó con la quinua, la maca y una larga lista de superalimentos ahora mundialmente reconocidos, 2) por la ausencia de una investigación científica seria e imparcial que convalide sus usos potenciales y 3) gracias a los múltiples intereses que han impedido dicha investigación.
Pero eso también está cambiando.
La investigación científica en el tiempo
Una importante investigación de la OMS, realizada a finales del siglo XX, fue desestimada por no coincidir con el discurso y los intereses oficiales:
“La investigación de la OMS (1992-1994) se centró en la necesidad de distinguir entre los efectos muy diferentes de las tres principales formas de consumo de coca y sus derivados. Se llego a la conclusión de que el uso tradicional de la coca en hoja - en forma de mate o de chacchado - no presentaba problemas para la salud, y más bien podría ser considerado una fuente importante de elementos nutricionales, como el calcio. En el caso de la cocaína en clorhidrato, se consideró que la mayor parte de los consumidores llegaba a ejercer un grado de autocontrol que no cuadraba con los conceptos de adicción que predominan en el discurso político sobre la cuestión. (...) Tales conclusiones discrepan de forma significativa con los pareceres anteriores de la misma OMS, que habían servido para incluir la coca y sus derivados en la Convención Única de la ONU de 1961, y que habían condenado no sólo la cocaína, sino también el uso tradicional de la hoja de coca. Por esta razón, en la Asamblea General de la OMS de 1994, el embajador de los EUA acusó la investigación de falta de seriedad científica, y amenazó a este organismo con un corte total de fondos si el estudio fuera publicado por la OMS. Como resultado, el estudio nunca fue publicado oficialmente, y sólo se dio a la luz por el empeño de la Trans National Institute de Amsterdam”. (*)
En mayo del 2018 recibí una llamada de David Restrepo, investigador y líder del Programa de Coca y Desarrollo Rural de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Me llamó para informarme que la London School of Economics había decidido hacer una investigación científica de fondo sobre la hoja de coca como alimento y lo había contactado para ubicar una universidad peruana con la cual hacer una alianza científica. Inmediatamente lo vinculé con Elisa Vidal, joven y brillante Phd en microbiología por John Hopkins University, que hizo el bachillerato y trabaja con la Universidad Cayetano Heredia. Juntos lograron integrar tres universidades inglesas y cuatro peruanas para formar un consorcio y preparar un proyecto de investigación sobre Coca y Alimentación que se presentaría al fondo Newton-Paulet ese mismo año. Serían tres años de investigación multidisciplinaria internacional y un fondo de un millón y medio de Libras. Lamentablemente, mientras ajustaban el diseño del proyecto notaron que faltaba una consolidación mayor de la investigación de base sobre hoja de coca y decidieron postergarlo hasta estabilizar la data existente y cubrir los vacíos a esa fecha.
En el 2019, Restrepo volvió a la carga. El 21 de octubre, un equipo de científicos de la Universidad de los Andes de Colombia y el Instituto Leibniz de Alemania publicaron una revisión del estado del conocimiento en la revista científica suiza Molecules, titulado Erythroxylum en el foco: una revisión interdisciplinaria de un género pasado por alto. En este artículo hacen la exposición más exhaustiva y rigurosa en la historia de la evidencia científica sobre los usos productivos que ofrecen la planta de coca y sus parientes botánicos, sentando las bases para mayores esfuerzos de investigación e innovación en este tema.
Por medio del artículo, el equipo científico propone un cambio de estrategia frente a la coca en donde primen la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación de sus usos productivos en asocio con las mismas comunidades cultivadoras e indígenas que más han sufrido los flagelos del narcotráfico y la política de drogas. Basándose en la evidencia científica disponible, plantean que hay amplias posibilidades de reorientar los cultivos hacia usos lícitos productivos en aplicaciones farmacéuticas, fitoterapéuticas, nutricionales y agropecuarias de gran impacto social. En particular, estas aplicaciones de la coca podrían aportar herramientas de alto valor agregado en prioridades de la salud pública como la obesidad, diabetes, depresión, déficit de atención y adicción a estimulantes sintéticos. A través del desarrollo de los usos productivos de la coca se identifica el potencial de generar oportunidades económicas sostenibles en la región andina que podrían incluso menoscabar la creciente demanda de cocaína y empezar a reducir el narcotráfico desde la raíz. (**)
En eso estamos a la fecha. El camino de vuelta a un análisis riguroso, multidisciplinario e imparcial, ya se abrió. Entonces, el nuevo marco de referencia comercial que el Perú está dilucidando se alinea con esta nueva visión: hacer de la ciencia del siglo XXI -y del sentido común- el nuevo aliado de la hoja de coca y de sus stakeholders (campesinos, hombres medicina, industriales, comerciantes, consumidores, Estado, etc.). Abrir el mercado es un primer paso en esa dirección.
Este año que acaba de finalizar se publicó en el Perú la primera traducción al español del importantísimo libro de William Mortimer de 1901, Historia de la Coca. La planta divina de los Incas, con prólogo de Baldomero Cáceres, nuestro primer académico, visionario, defensor, consumidor pertinaz y analista profundo de la información científica sobre la hoja de coca de los siglos XIX y XX. Esta publicación parece un símbolo poético en esta épica lucha por la recuperación de una hoja tan plena de virtudes y posibilidades y a la vez tan poco comprendida.
Aprovechemos este momentum para cambiar la legislación que prohíbe la siembra de nuevas plantas de coca, hagámoslo en buenos suelos, con certificaciones orgánicas y semillas mejoradas. Diseñemos e industrialicemos productos de nivel internacional y sigamos haciendo mercado, primero en nuestro país, luego en nuestro continente y luego en el mundo, en la medida en que la ley nos lo permita. Sigamos haciendo investigación científica y luego cambiemos las leyes a fin de que se adecúen a los nuevos conocimientos de la ciencia, como ya se ha hecho con otra planta legendariamente sagrada, la cannabis. Incentivemos tributariamente a quienes produzcan, transformen y comercialicen hoja de coca legal y consumamos productos de nuestra hoja de coca en segmentos especializados, como tercera edad, gimnasios y deportes no comerciales. Recuperemos el respeto a los rituales relacionados con la tierra y con la coca como fuente de energía física y espiritual para el trabajo, la introspección y la tarea colectiva. Recordemos de dónde venimos para saber mejor a donde vamos.
Si el Gobierno actual actual asume estos retos, pasará a la historia como el que inició la liberación una de las fuentes naturales de energía más importantes con la que ha contado la especie humana desde que inició su tránsito por este planeta.
(*) Anthony Henman, comunicación personal.
(**) David Restrepo, comunicación personal.